s sin duda una buena noticia que instituciones financieras internacionales apuesten por la compra de la deuda española ya que pueden ayudar a España a salir del círculo infernal en el que el estado emite deuda soberana que es comprada fundamentalmente por bancos, instituciones financieras, y fondos de la seguridad social españoles.

De seguir en este círculo, el Reino de España se puede ver en una situación grave por la acumulación del riesgo de estar invertido en el mismo papel que emite el país y que en un holding privado podría llevar a la quiebra. Quiebra compleja compuesta por un monumental esquema Ponzi aderezado por un flujo continuado de lo que se conoce vulgarmente como “Letras de Pelota.”

Por tanto, la diversificación en la compra de deuda es vital para la estabilidad de la economía española así como que los tenedores de la deuda sean entes diferentes a los nacionales. Según la estadística de deuda publicada en la página web del Tesoro Público, en 1998 el 31% de los principales de los bonos y obligaciones del Estado segregados estaban en manos de no-residentes, en el 2009 este porcentaje sobrepaso el 89% y, sin embargo, en el 2012 solo el 36% estaba en manos extrajeras.

Pero la realidad actual es que el gobierno en cada subasta está endeudando más y más a los ciudadanos. Proclama con euforia que en las subastas siempre la demanda supera la oferta pero oculta el hecho que la deuda parece estar fuera de control para las posibilidades futuras de España. Si seguimos el Modelo de Ciclo Vital de Franco Modigliani que aúna la teoría del consumo autónomo de Keynes (1930) y de la renta permanente de Friedman (1957) aplicado a la macroeconomía explicaría que el ahorro y consumo total de un país depende no del nivel porcentual de la deuda sino de la tasa y expectativa de crecimiento de la renta nacional futura. Según este argumento, los Estados Unidos o Japón—a pesar de sus altas tasas de deuda sobre PIB—pueden ser más solvente que España con un porcentaje de deuda por debajo de 100% sobre PIB, sobre todo si la velocidad de aumento de la deuda soberana de España aumenta de forma consistente.

El gobierno está anunciando el fin de la crisis gracias a los buenos datos del verano que han demostrado que España se ha convertido de nuevo en un país turístico por excelencia. Sin embargo, los ciudadanos siguen sufriendo una situación económica muy incierta sobre todo porque las instituciones financieras están asfixiadas con deuda soberana y el crédito no llega a la economía real, creando desempleo y pesimismo.

El Índice de Miseria elaborado para España sigue la misma metodología que uso Arthur Okun—asesor económico del presidente Lyndon Johnson—para la creación del Índice de Miseria norteamericano. Este gráfico es la suma de la tasa de desempleo y de inflación de un país. Este gráfico ha sido reforzado con una media móvil simple de cuatro años, factor predictivo estadístico usado por instituciones como el prestigioso National Bureau of Economic Research. En el caso de España muestra la disminución de la “miseria” en el cruce de los años 1996-19997 y comienzo de la expansión económica que acabo en el 2007. A partir de este año el grafico no parece mostrar signos de cambio en la tendencia alcista y se puede esperar un probable ‘plateau’ y estancamiento del índice en niveles elevados en los próximos años. El gráfico demuestra que el nivel del índice actual roza los niveles de 1996. En aquella época se produjeron, bajo la tutela del gobierno de turno, una serie interesante de privatizaciones que ayudaron no sólo a recaudar grandes sumas de dinero para sanear las cuentas del Estado sino también a ofrecer un gran puesto de trabajo a sus participantes y organizadores. En la actualidad, por el contrario, ya nada queda que vender o privatizar.

Parece estar lejano el día en que el gobierno en vez de cantar victoria porque cada día debemos más, dijera a los españoles que el balance de la deuda es positivo y que el Reino de España compra deuda soberana de países triple A, como reserva de las pensiones y obligaciones del Estado. Es decir, pasar de un Estado endeudado a otro con un presupuesto equilibrado.

María Lorca-Susino es profesora del departamento de Economía de la Universidad de Miami

Ver la nota en Cinco Días – El País