“The economy, stupid” ha pasado a la historia por ser una de las frases que el estratega político James Carville diseñó para la exitosa campaña electoral de Bill Clinton contra el presidente George H. W. Bush en 1992. Esta frase es el reconocimiento de que la economía es el factor que más efecto tiene en la visión de la sociedad con respecto a la evolución del país.

En junio de 2009, el National Bureau of Economic Research (NBER) declaró el comienzo de la fase expansiva del ciclo económico y todos los países, menos aquellos fallidos como Venezuela, experimentaron crecimiento económico y la consiguiente reducción de la tasa de desempleo. Hoy, políticos tan dispares como Trump, Macron, May, Rajoy o Merkel, al igual que en la fase expansiva del ciclo que comenzó en noviembre de 2001 Lionel Jospin con su “l’emploi c’est moi” o José María Aznar con su “España va bien”, presumen de que sus decisiones políticas han reducido las altas tasas de paro que se crearon durante la Gran Recesión que comenzó en Estados Unidos en diciembre 2007. Sin embargo, en la fase recesiva del ciclo, el desempleo es la gran pesadilla de los políticos por lo que la aleatoria posición temporal de algunos políticos en el ciclo económico los convierte en ganadores o perdedores.

En EE UU, la tasa de desempleo se ha mantenido en el 4,1% desde el último trimestre de 2017. Es una exitosa cifra laboral que ha roto a la baja el rango histórico para la tasa de desempleo natural de Milton Friedman, que los estudios de Regis Barnichon y Christian Matthes, del Federal Reserve Bank de San Francisco, explican que ha fluctuado en los últimos cien años entre el 5,5% y el 4,5%. Esta tendencia positiva está reforzada por el indicador adelantado del Unemployment Insurance Initial Claims, que mide el número de trabajadores que solicitan beneficio de desempleo, y que está alcanzando en la actualidad bajos históricos no registrados desde 1971.

La tasa de desempleo de la Unión Europea (UE28) hasta donde disponemos de data fiable se mueve en sincronía con el de­sempleo de EE UU. En los últimos meses todos los Gobiernos de la UE han experimentado una sensible reducción de la tasa de paro y la proyección estadística anuncia que continuará en los próximos meses y hasta que comience la nueva fase recesiva. La gran inquietud está en la tasa de desempleo que alcanzarán los países rezagados del sur de Europa en la próxima recesión cuando en los mejores momentos del ciclo mantienen tasas de paro de dos dígitos.

No hay lugar para la complacencia por los niveles de desempleo que se están alcanzando cuando nos encontramos en curso de una radical revolución tecnológica que está afectando el mercado laboral del siglo XXI. La automatización robótica de procesos y la inteligencia artificial están transformando el mercado y las oportunidades laborales que demandan un nuevo tipo de capital humano.

La estructura laboral de los commanding hights, sectores críticos de la actividad económica controlados por el Estado en el siglo XX para impulsar la producción, el consumo y crear puestos de trabajo seguros y estables, ha hecho crisis. Hoy el empleo se crea con los avances tecnológicos que están forzando a las empresas a rees­tructurar las relaciones de producción donde los trabajadores y la robótica y la inteligencia artificial se cruzan.

La tecnología ayuda a las empresas a ahorrar costos, reducir errores, reunir y recopilar datos y también liberar a los trabajadores de tareas repetitivas para que inviertan en el capital humano demandado en el siglo XXI. Sin embargo, la actual revolución tecnológica puede terminar en el monopsony power de Joan Robinson (The Economics of Imperfect Competition, 1933) donde la oferta laboral desplazada por la tecnología es muy amplia mientras que la demanda laboral es limitada. Esto produce una competencia laboral que acrecienta la incertidumbre profesional y reprime el aumento salarial dando lugar a puestos de trabajos vulnerables y precarios.

En este sentido, la Organización International del Trabajo, en su último World Employment and Social Outlook: Trends 2018, ha advertido que el desempleo y el empleo vulnerable que afectaba en 2017 a 1,4 billones de personas va a aumentar en 35 millones de personas en los dos próximos años.

Nos enfrentamos a una reestructuración del mercado laboral semejante a la ocurrida en la primera Revolución Industrial con la introducción de nueva maquinaria, como la Spinning Jenny, que se consideraba causante del aumento del desempleo dando lugar al ludismo de Ned Ludd. Si en la primera fase la tecnología destruye empleo y aumenta el paro estructural, posteriormente se produce un aumento exponencial de oportunidades laborales, aunque en algunos casos tome una generación.

Por consiguiente, como explica el Human Capital Report 2016 del World Economic Forum, el mercado laboral del siglo XXI necesita de la cooperación entre Gobiernos, líderes empresariales e instituciones educativas para fortalecer el talento y capital humano global necesario para mantener el crecimiento laboral en la cuarta revolución industrial.

María Lorca Susino es Profesora del departamento de Economía de la Universidad de Miami

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